Perdidisimo y con novedades

Vaya estrés de mes que llevo. La verdad es que no he dado para más, porque termino muerto del hospital (que por cierto, está guapísimo, porque eso de hacer uno las cosas mola, y se me pasa el día rapidísimo), que si voy al gym, almuerzo y ceno… pues básicamente no tengo tiempo ni para ir al baño, pero bueno. Así que disculpen el salvajismo actual.

Estaba planteándome si escribir algo esta noche, porque en principio no pensaba que tuviera nada nuevo que contar, pero es que la verdad, un par de cosillas sí que hay.

Nada, como ya había dicho, en el hospital genial. Como mi adjunto se fue de vacaciones, me cambiaron y me pusieron con una tipa que tiene una pinta de ruda que lo flipan, y yo me pensaba que se me iba a atravesar, pero nada, resultó ser una persona de putísima madre, aunque me tuvo currando todo el tiempo, pero eso está bien, porque sinceramente, he aprendido mucho más en estas dos semanas que de lo que llevaba con el otro (que aprovecho para decir que todas las pibas están pilladas por él, y he de reconocer que el tipo es guapillo, aunque en un plan más bien hetero).

Lo peor que llevo son las guardias de urgencias, que estoy contando las que me quedan como el recluso que espera el día de ser libre (que son 23, antes de empezar con las de psiquiatría, que son más relajadas), porque es un poco horrible. Eso de pasarme prácticamente toda la noche sin dormir… Porque mientras estás haciendo cosas, pues aunque cansa, pero por lo menos se te pasa rápido el tiempo. Pero a partir de las doce o la una de la madrugada, cuando ya sólo llegan a cuenta gotas… Ahí es donde empiezas a morirte poco a poco. Y últimamente tienden a repartir la guardia cada vez más tarde, con el consiguiente perjuicio en las horas de sueño. Y bueno, aquí llega la carnaza 🙂 Hará cuatro guardias más o menos, conocí a un enfermero. La verdad es que noté que el tipo era demasiado amistoso para conmigo (siempre trataba de hablar conmigo, de estarme toqueteando un poco -que hasta me medio tocó el culo para subirme el pantalón-). Antes debo aclarar que ni estoy todo buenorro ni voy por la vida de diva creído, pensando que todo el mundo está por mí. Así que sigo. Nada, esa noche todo quedó ahí.

Luego volvimos a coincidir en otra guardia, y aunque él estaba en el servicio de ambulancias, se pasó todo el tiempo que estuvo en el hospital pasando consulta conmigo (cuando podía estar descansando o haciendo cualquier otra cosa), y aprovechaba cualquier momento para tocarme (cosa que de base me pone tenso, y al pensar que a lo mejor estaba tanteando el terreno, pues más tenso me ponía yo). Al final de la noche, cuando se iba a ir me pidió el número de teléfono, y yo ingenuamente se lo di. Por cierto, otra aclaración, y es que (aunque me daría igual que se me notase) no tengo pluma ni doy la impresión de ser homosexual (salvo que me vean con mi novio, que de cómo estamos juntos pues se termina deduciendo), y entonces eso me mosqueaba también, porque no sabía si es que él sabía algo o simplemente era el sexto sentido ese que tenemos nosotros. Así que, a los pocos minutos de marcharse me manda sms diciéndome como que había disfrutado mucho con mi compañía esa tarde, y ese fue el comienzo de una serie de sms que, bajo mi inexperto criterio, son los típicos usados para cortejar. Luego me decía de quedar en el hospital a tomar un café, invitaciones que rechacé.

Finalmente el sábado surgió el tema de que él era gay (cosa que no dudaba) y terminé diciéndole que yo tb, y que tenía novio desde hacía casi tres años ya. Y en ese momento los sms se redujeron drásticamente, hasta el martes que nos cruzamos por el hospital. El día antes yo me había rapado al 2, y nada, al vernos pues hablé casi nada y le dije que tenía que dejarle, por si se reviraba mi adjunto (más que porque se revirara, porque no me gusta llegar después que él); entonces al poco de despedirnos me mandó un sms diciéndome que estaba muy guapo. Yo le respondí que no flipase y le cambié de tema, a lo que me respondió «Tú crees que flipo? Yo sólo digo lo que veo», y a eso yo ya no he respondido. No sé qué hacer, si seguir como si nada o decirle algo. Otra aclaración para los malpensados es que yo con él no quiero nada, yo soy de estar con una persona sólo y con la que estoy sé que es el hombre de mi vida. Aunque he de ser sincero, y debo decir que esta situación me ha subido el ego.

Y ya luego está otro chico del gimnasio, que hace algo menos de un año empezó como monitor de spinning de algunas horas sueltas y de fines de semana, y siempre intentaba hablar conmigo. Además, que tenía posibilidad de hablar con otros, y siempre trataba de entablar conversación conmigo. Y después de varios meses, lo he vuelto a ver en el gimnasio ayer, y no sé, me impresiona de querer tema. Aunque este sí que no lo tengo tan claro, y posiblemente sea que ya me lo estoy creyendo un poco. Es que yo no estoy acostumbrado a triunfar (bueno, salvo con el novio que tengo, que entre otras cosas, está todo wenorrillo). Así que no sé, tal vez sea que el pibe es sociable simplemente.

Nada, mejor lo dejo ya, que esto empieza a ponerse chasquosillo. Ya comentaré otras novedades que me han ido ocurriendo.

No hay mal que por bien no venga

Llevo una semana tratando de conectarme para escribir lo que me ha pasado tras mi última incursión blogística. Al escribir la última vez sobre la salida del armario, parece que se removieron los trapos sucios que cada uno de nosotros tiene en el subconsciente, quedando a la vez una sensación como de haberme quitado un peso de encima y también de indignación. Tal vez fuera por este estado de alteración mental transitoria lo que hizo que me sintiera más susceptible, pero la cuestión es que al poco tuve la oportunidad de «hablarlo» con mi madre.

La situación fue la siguiente. Ya hace dos viernes, debido a un problema con las carreteras, tuve que pedirle permiso a mi madre para que dejara quedarse a mi novio ese mismo día (además de los ya clásicos sábados) y se quiso revirar, diciendo que ya los viernes también no, que no quería estar teniendo «desconocidos» en casa… Bueno, se pueden imaginar la indignación que me cogí, y lo bueno fue que esta vez en vez de desviar la conversación por otros derroteros, para intentar salirme esta vez con la mía pero sin la confrontación, pues se cogió el toro por los cuernos y le pregunté que qué coño le pasaba ocn el chiquillo, que qué le había hecho, y que porqué había dejado a los novi@s de mis herman@s pulular por casa como habían querido y que ahora a mí me anduviera siempre poniendo pegas. Parece que no se lo esperaba, y entonces hubo que seguir por ese camino, y le dije que no veía lógico que a ellos sí y a mí no, cuando la situación -a todos los efectos- era la misma, que ya había creado un precedente. Le pregunté que si me odiaba (vale, este fue el momento más melodramático del momento), y que yo ya sabía que se avergonzaba de mí, pero que no fuera tan descarada. Que me parecía irónico que no se alegrara por mis logros y que se avergonzara de mí, cuando yo en ningún momento me había avergonzado de ella delante de mis amigos porque ella no hubiera podido estudiar, y las madres de estos fueran profesoras, médicos, abogados… Me dijo que cuando lo dijo fue porque al salir de mi orla mi padre nos vio a mi novio y a mi con el brazo por encima (que fue lo menos que pudieron ver, todo sea dicho), que fuese lo que quisiera pero que no diera espectáculos. Esto me terminó de hervir, y le dije que no fuera tan sucia y dejara de ver cosas raras donde no las había (en momentos como estos es cuando pienso que debería haber tenido pluma o haber sido una locaza, para que no se hubieran creado unas falsas expectativas y fuera evidente todo). Y ya para terminar, que me jodía que me echara en cara que yo a ellos (mis padres) como que no les quería, cuando sabía ella que cuando ingresaron a mi padre, siempre el que se quedaba o iba a quedarse era yo, que el que me preocupo por todo siempre soy yo… mientras que mi hermano, por ejemplo, se pasa meses sin llamar o venir por casa, salvo que no tuviera un problema; o que yo he dejado de mirar a la mujer de mi hermano e hijos por haber dicho que mi madre era persona non grata en su casa, que si eso era no quererle, que bajara dios y lo viera. O que mi hermana siempre estuviera organizando a todos los demás para que nos quedásemos en el hospital, pero ella sólo iba, como mucho, de 9 a 5.

Pero nada, al final parece que me salí con la mía en las dos batallas. Se pudo quedar, y ahora está más suave que una pianola mi madre. Veamos cuánto dura la situación esta, pero lo que ya tengo claro es que no me voy a quedar callado, que las úlceras para quien las quiera, que no me las voy a quedar yo todas por no agraviar a los demás.