Es una lata el trabajar
Pues sí, la época dorada en la que me rascaba los huevillos a dos manos está llegando a su fin… Ya he firmado mi primer contrato!! Ocurrió ayer. Ya soy un proletario más, despojado de todo lo bueno que tenía el ser estudiante y ganso a la espera de empezar el curro. Dicha firma, y a pesar de no tener una idea de cómo debería haber sido, la verdad es que pensándolo ahora, fue muy poco glamourosa. Dar par de papeles, firmar otros tantos (que estaban impresos en las hojas esas continuas de la reconquista) y para sus respectivos domicilios. Debería haber caído confeti y globos, y la gente toda happy cantando y felicitando a uno… Momento paranoia total!!.
Luego fue la presentación oficial en el servicio. La verdad que estuvo bastante bien, salvo el hecho de haber tenido que levantarme antes de las ocho (cosa que no hacía desde… hará dos años de la última vez??). Espero que sea verdad eso de que los residentes de psiquiatría son de los que mejor viven y todo eso, aunque ya el tema de las guardias como que hizo que me replanteara la verosimilitud de dicha aseveración. Los compañeros eran guays -que no gays-(básicamente porque ya conocía a dos por estar en mi clase), aunque hubo un chico un tanto peculiar. Pues sí, el cuarto residente en discordia era un tipo de unos 30 (aunque mis dotes de datación normalmente dejan un poco que desear), sudamericano (de vete a saber dónde), supongo que guapo (más por los comentarios escuchados que porque yo lo crea, porque según mis cánones la verdad es que de atractivo tenía menos dos) y un tanto chulillo, además, que desfasó un poco yendo con traje y corbata, cuando todos allí íbamos en plan chiquillaje, con ropa informal. Y lo más fuerte ya era que fue a piñón con una chica, que resultó ser su compañera de hospital (porque nos tuvimos que repartir entre los dos hospitales de la zona) y que la pobre quedó un poco acojonada. Pero bueno, ya iremos viendo la evolución.
Y nada, yo esperaba que me tocase otra persona de «compi», pero al final parece que había prejuzgado mal a la que me tocó. Vale que no vamos a llegar a ser íntimos, pero creo que nos llevaremos bien y que no habrá problemas entre nosotros.
Y para terminar mi día, estuvo la charla de rigor y la presentación oficial en el servicio de interna, que es en el que tendré que rotar los tres primeros meses. Cruzando los dedos estoy de que no me toque un bastardo como adjunto, que me tenga avasallado sin realmente hacer nada, y que no me deje librar las guardias. A ver qué tal me va. Sé que lo peor que voy a llevar va a ser lo de madrugar y lo de las guardias, pero espero habituarme pronto. Por lo pronto, tengo el día de hoy como jornada de reflexión, para empezar mañana a currar como los niños grandes.
Ahora leyendo esto, me doy cuenta que mi vida es un poco patética (y por no hablar de mis dotes literarias), pero bueno, la mediocridad puede llegar a ser una virtud (crucemos los dedos).
Nos vimos, gente.